El crecimiento económico a nivel mundial muestra señales de desaceleración, afirma el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe Perspectivas de la Economía Mundial al proyectar que con a respecto al 2022, cuando se registró un crecimiento de3.5 por ciento, que para 2023 y 2024 el crecimiento será de 3 por ciento.
Al mismo tiempo afirma que la subida de las tasas de interés de política monetaria de los bancos centrales para combatir la inflación sigue arrastrando la actividad económica y prevé que el nivel general de inflación mundial descienda de 8,7 por ciento en 2022 a 6,8 por ciento en 2023 y 5,2 por ciento en 2024. El organismo proyecta que la inflación subyacente (básica) disminuya de forma más gradual, habiéndose revisado al alza los pronósticos para la inflación en 2024.
No obstante, considerando los riesgos existentes, la perspectiva del crecimiento mundial se inclina a la baja. La inflación podría seguir siendo elevada e incluso aumentar si se producen nuevos shocks, como los derivados de un recrudecimiento de la guerra en Ucrania y eventos meteorológicos extremos, que inducirían una política monetaria más restrictiva.
Además la turbulencia en el sector financiero podría retornar conforme los mercados se adaptan al nuevo endurecimiento de la política por parte de los bancos centrales, indica el FMI, agregando que la recuperación de China podría desacelerarse, en parte debido a los problemas inmobiliarios no resueltos, que acarrean efectos de contagio transfronterizo negativos.
No obstante según el organismo financiero hay un lado positivo, la inflación podría disminuir más rápidamente de lo previsto, reduciendo así la necesidad de una política monetaria restrictiva, y la demanda interna podría otra vez demostrar ser más resiliente.
Es por eso que la mayoría de las economías, tienen como prioridad lograr una desinflación sostenida garantizando a la vez la estabilidad financiera. Por lo tanto, los bancos centrales deben mantener su atención centrada en restaurar la estabilidad de precios y reforzar la supervisión financiera y la vigilancia de los riesgos.
“De materializarse las tensiones en los mercados, los países deberían proporcionar liquidez sin demora y a la vez mitigar el posible riesgo moral. También deberían constituir reservas fiscales, y cerciorarse de que la composición del ajuste fiscal dirija el apoyo hacia los más vulnerables”, agrega el informe, que destaca que al mejorar el lado de la oferta de la economía se facilitaría la consolidación fiscal y se propiciaría un descenso más suave de la inflación hacia los niveles fijados como meta.
La incertidumbre en China
Tras el auge por la reapertura, la recuperación de China está perdiendo ímpetu. La actividad manufacturera y el consumo de servicios en China repuntaron a inicios del año cuando las autoridades chinas abandonaron las políticas de confinamientos estrictos; las exportaciones netas contribuyeron firmemente al crecimiento secuencial en febrero y marzo, a medida que se normalizaban las cadenas de suministro y conforme las empresas iban llevando rápidamente a producción los pedidos acumulados.
Aun así, la continua debilidad en el sector inmobiliario está frenando la inversión, la demanda externa sigue siendo floja, y el elevado y creciente nivel de desempleo entre los jóvenes (20,8% en mayo de 2023) denota la debilidad en el mercado laboral. Los datos de alta frecuencia hasta junio confirman una desaceleración del ímpetu en el segundo trimestre de 2023.
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